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1/31/2010

Boletín Internacional de Desarrollo Local Sostenible
Boletín de información #65
1ºde Febrero de 2010

Sumario

Mensaje del equipo editorial

Recetas de la Cumbre de Roma sobre la Seguridad Alimentaria

Mensaje del equipo editorial


Ya alcanzamos una década del siglo XXI!
Vivimos una época de paradojas. Todos sabemos que hoy en día poseemos los conocimientos necesarios para resolver los problemas fundamentales de la humanidad, tanto a nivel alimentario, como de la salud y de la educación, de la paz y de la armonía entre los pueblos y las poblaciones.
Lo mismo puede decirse con respecto a los problemas medioambientales. Científicamente hoy se sabe que la degradación de la biosfera es un hecho y que colectivamente utilizamos más recursos que los que el planeta puede brindarnos. Es un hecho admitido que necesitaríamos tres planetas (como mínimo) si todos adoptasen el modelo de producción y de consumo de los países que se dicen “desarrollados”.
Es asi que los grandes objetivos, como los Objetivos del Milenio, de reducción de la pobreza o de reducción de la emisión de los gases de efecto invernadero, no logran alcanzarse incluso presentan una tendencia negativa.
Las fuerzas conservadoras, que alimentan la ideología de “todo mercado” son mantenidas por los polos neoliberales como los EEUU o por las nuevas potencias como China o India (fundamentalmente similares). Sin embargo, somos conscientes que las respuestas a los problemas actuales no pueden hallarse en el marco de los pensamientos de los que los engendraron, como lo había anticipado genialmente Einstein.
Basta con observar como logran bloquear, hoy en día, las indispensables reformas fundamentales. Lo observamos a través de los intentos del Presidente Obama, del fracaso de la conferencia de Copenhague y de las pequeñas reformas del sistema financiero. Nada de todo esto permite abordar los temas claves, aun si resulta más que nunca imperativo.
Por lo tanto, en términos de resultados concretos positivos, pocos avances significativos.
Sin embargo, existen progresos muy importantes a otros niveles.
En particular, una toma de conciencia a nivel planetario de los principales desafíos. La mayoría de las asociaciones y de los movimientos sociales en los países y a nivel internacional, comparten un mismo análisis aun si las estrategias son diferentes. De esta manera, los Foros Sociales Mundiales (FSM) y muchos otros encuentros, como los del RIPESS, son la prueba de los progresos al respecto.
La visión de la economía y de las sociedades alternativas se perfilan cada vez mas como una opción alternativa al desarrollo como es concebido hoy en día. Esta visión de la economía y de las sociedades alternativa se articula alrededor de enfoques como la economía solidaria, la que incluye en la mayoría de los casos un enfoque más local, estrechamente relacionado con la proximidad y la vida de las poblaciones.
En efecto, sería preferible, poner en práctica un modelo diferente, compatible con los recursos limitados de la biosfera. Caso contrario, será el planeta, él mismo, el que pondrá fin de manera brutal. Es por ello que debemos intervenir, sino las consecuencias serán aun mas desastrosas para la mayor parte de la población del planeta.
Es en este marco que deseamos presentarles los desafíos del tema alimentario. El texto de la conferencia de la FAO que se llevó a cabo en Roma en noviembre pasado presenta como dos “modelos” se afrontan alrededor de este tema. Los participantes del Foro Popular, que se llevó a cabo de manera paralela sostienen que nos encontramos hoy en día frente a una elección entre el modelo agrícola, construido sobre el productivismo y el incremento de los beneficios y un modelo que se basa sobre la promoción de la agricultura de proximidad cuyo objetivo principal es el de alimentar las poblaciones (en lugar de los accionistas)! Nosotros ya elegimos!
El equipo editorial
Judith Hitchman
Yvon Poirier
Martine Théveniaut



Recetas de la Cumbre de Roma sobre la Seguridad Alimentaria
Recientemente se ha celebrado del 16 al 18 de noviembre la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria auspiciada por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) en su sede de Roma. No se podía elegir un mejor momento y así lo sugería el pretencioso lema de la reunión: “Imagina. Conseguir la seguridad alimentaria en época de crisis”. Esa seguridad alimentaria anhela una hipotética disponibilidad de alimentos para todos pero en plena turbulencia financiera planetaria y miedo al futuro, más de mil millones de personas en el mundo sufren hambre y el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas –reducir a la mitad el número de personas hambrientas de aquí a 2015 con respecto a las cifras de hace ya 19 años- está lejos de conseguirse. Si a ello le sumamos las inciertas repercusiones del cambio climático en la agricultura y los intereses comerciales de multinacionales del sector alimentario y gobiernos predadores, el pesimismo está servido para los más vulnerables.

Una reunión paralela: el Foro por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos
La Sociedad Civil no se ha hecho esperar y, en paralelo a la Cumbre de la FAO, organizó su propio espacio de diálogo en el Foro por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos que también tuvo lugar en Roma en la misma fecha y en el que disfruté del privilegio de participar en el equipo de intérpretes voluntarios para garantizar la comunicación entre los más de 400 delegados procedentes de todo el mundo. El objetivo: reivindicar el derecho de las comunidades rurales a definir un modelo agrícola propio que respete sus tradiciones ecológicas, sociales, económicas y culturales. La soberanía alimentaria prioriza el consumo local, el acceso de los agricultores de pequeña escala a los recursos naturales, las tierras, las semillas y la biodiversidad agrícola y condena la utilización de la producción de alimentos como arma comercial y política. En el Foro se daban cita numerosas Organizaciones de la Sociedad Civil representadas por un Comité de Planificación Internacional ante sus interlocutores del “Sistema de las Naciones Unidas”, principalmente la FAO y el FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola).
El texto de la Declaración Final del Foro de los Pueblos, del cual extraigo textualmente algunos puntos clave, menciona la importancia de considerar al Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO como el principal órgano inclusivo para la formulación de políticas internacionales en alimentación y agricultura, ya que su reforma recientemente aprobada otorga una mayor representación de la Sociedad Civil. No obstante, por otro lado la Declaración cuestiona el apoyo financiero apropiado por parte de los Estados miembros de la FAO para que el Comité desempeñe adecuadamente su trabajo guiado por el Derecho Humano a la Alimentación. Los recursos financieros han sido propuestos en el seno del Banco Mundial y otras Instituciones Financieras Internacionales cuyos mecanismos de gobierno poco democráticos y transparentes del pasado amenazan con repetir errores: “mientras que instituciones como la Organización Mundial del Comercio sigan privilegiando intereses comerciales por encima de las personas marginadas y malnutridas, el hambre continuará lacerando el mundo”.

El texto también defiende el suministro ecológico de alimentos y condena la agresiva mercantilización de la naturaleza, los alimentos y el conocimiento. Exige una moratoria global para los transgénicos e insta a los Estados a proteger y regular adecuadamente los mercados nacionales de alimentos mediante políticas de gestión del suministro con el fin de asegurar la disponibilidad de alimento, los sueldos dignos y precios justos. Los Estados deben garantizar el control comunal sobre los territorios mediante reformas agrarias integrales que respeten los derechos individuales y colectivos al acceso y el control de los territorios.

En cuanto al control sobre recursos para producir alimentos, la Declaración condena el alarmante acaparamiento de tierras y aguas por parte de determinados países y empresas multinacionales. En menos de un año, más de 40 millones de hectáreas de tierra fértil en África, Asia, América Latina y Europa del Este han sido usurpadas mediante acuerdos que han propiciado estas prácticas desplazando la producción local de alimentos por intereses de exportación. Asimismo, rechaza la propiedad intelectual sobre recursos vivos como semillas, plantas y animales.

Por último, el texto expone el compromiso de la Sociedad Civil a crear alianzas a través de su Comité de Planificación Internacional y presenta las aportaciones de los diferentes grupos de trabajo reunidos en el Foro: las mujeres que defienden su papel en la consecución de la soberanía alimentaria, los jóvenes que abogan por la educación, capacitación y formación agrícola, pesquera y ganadera, y los pueblos indígenas cuyo derecho al territorio comprende una visión de la naturaleza como un ser vivo esencial para la identidad y cultura de las comunidades.

La Declaración de la Cumbre de la FAO
Por su parte, la Declaración de la Cumbre oficial de la FAO recoge bienintencionadamente sus pomposos compromisos en los cinco Principios de Roma para la seguridad alimentaria mundial sostenible: 1) invertir en planes nacionales para canalizar recursos hacia asociaciones y programas bien diseñados y basados en resultados, 2) fomentar la coordinación estratégica en los planos nacional, regional y mundial para mejorar la gobernanza y promover una mejor asignación de los recursos, 3) trabajar hacia la seguridad alimentaria mediante medidas directas de urgencia a las personas más vulnerables para combatir el hambre y programas a medio y largo plazo para eliminar las causas fundamentales del hambre y la pobreza, 4) asegurar el papel de las instituciones multilaterales y 5) garantizar el compromiso de todas las partes de inversión en agricultura, seguridad alimentaria y nutrición para financiar planes y programas plurianuales.

El Foro de la Sociedad Civil critica que, para cumplir estos enunciados, la FAO apueste en el contexto de la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria por la creación por parte del Secretario General de las Naciones Unidas de un Grupo de Acción de Alto Nivel sobre la Crisis de la Seguridad Alimentaria. La discrepancia radica en que este Grupo de Acción legitima no pocas veces la intervención de las multinacionales que patentan semillas y comercializan transgénicos para llevar a cabo los proyectos sobre el terreno de las grandes fundaciones filantrópicas internacionales a partir de fondos asignados por el Banco Mundial.

También ante el mismo recelo, la FAO delega “la coordinación estratégica en los planos nacional, regional y mundial” en una “Alianza Mundial por la Agricultura, la Seguridad Alimentaria y la Nutrición” creada por los países industrializados del G8 que no por casualidad ejercen gran parte del control sobre el sistema alimentario imponiendo modelos de producción contrarios a los defendidos por los pequeños agricultores.

Los Principios de Roma tampoco olvidan la labor de la Organización Mundial del Comercio, sugiriendo sobre el papel una mayor apertura de los mercados mundiales a los pequeños agricultores de los países en desarrollo con el propósito de permitirles aumentar su productividad y competir en condiciones de mayor igualdad. De nuevo el reproche de la Sociedad Civil: es cierto que, como institución multilateral, la OMC representa países de toda condición y su sistema de decisión se basa en el modelo “un país, un voto” pero entre bambalinas unos logran defender sus intereses mejor que otros según los recursos con los que dispongan, la envergadura de sus equipos económicos y jurídicos y su influencia. Una vez más, los países en desarrollo negocian con desventaja.

Desafíos para los próximos años
Llega el recuento de los peones enfrentados sobre el tablero de juego: unos defienden la soberanía alimentaria arropada por la tradición rural y el conocimiento ancestral de los pueblos y comunidades, otros patrocinan la tecnología de las revoluciones verdes, la industrialización de la agricultura y los transgénicos... Casillas blancas y negras, quizás también grises… ¿Puntos de encuentro en las luchas de poder? Debe primar el compromiso ético y el respeto por el medio ambiente, ecosistemas y medios de subsistencia de los pueblos rurales sorteando los prejuicios ideológicos, políticos e intereses económicos que entorpecen el camino. Si se desea alcanzar la reciprocidad en el compromiso de todos los implicados, debe percibirse la solución común como un deber moral ampliando el campo de visión.

La soberanía alimentaria requiere responsabilidad. Por un lado, los gobiernos deben garantizar el suministro de alimentos asequibles, culturalmente aceptables y nutritivos, además de facilitar la ayuda de emergencia a quienes la necesitan sin socavar los principios de la soberanía. Por su parte, los campesinos y productores deben participar en la decisión de cómo se producen y distribuyen los alimentos. Ese es su acervo y su contribución con lo que saben hacer. El alimento es vida, nace de la tierra que cultivamos y los animales que cazamos y criamos. Es naturaleza, cultura, tradición, religión, identidad de los pueblos, regiones y naciones. Lo degustamos y apreciamos, nos hace soñar, nos inspira sentimientos y emociones, nos acerca, nos sacia, nos remite a nuestra esencia y a nuestra identidad común.
Como ciudadanos podemos con nuestros actos sembrar el ejemplo para las generaciones venideras mediante el consumo responsable, cultivando la curiosidad por el origen y producción de alimentos y acercándonos al campo. Nos jugamos todos el futuro de nuestro planeta y no podemos depender de que los demás sigan decidiendo por nosotros.


por Jorge Soriano Bugnion
intérprete profesional voluntario y activista
artículo original en español
http://www.fao.org/wsfs/
http://peoplesforum2009.foodsovereignty.org/node/275

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Agradecimientos a nuestros traductores:
Judith Hitchman (Francia) por la traducción en inglés, Brunilda Rafael (Francia) por la traducción en español y Michel Colin (Brasil) por la traducción en portugués.

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